DE ALGUNOS CONSEJOS QUE
MONSIEUR SARALEGUI DA A LOS JOVENES POETAS
1- Si te encontraras ante
la curiosa aunque natural situación de que en mitad de una lectura
pública sintieras la proximidad intrínseca de un flato en erupción,
no caigas por favor en la bagatela actoral del movimiento de silla o
el vulgar ataque de tos u otro cualquier grosero manotazo de
cobardía. No señor. Ante la profunda certeza de lo porvenir
asumirás “La Postura del Gladiolo”. Esto es, cuando sobreviene
el flato aquel que reconoces en tu fuero más intestino como “El
Aullido De Lo Portentoso”, contraerás los glúteos en forma lenta
y serena pero segura; apenas inclinado el cuerpo hacia adelante; con
rostro impávido y sin que la voz -que sostiene al poema- caiga en
aflautamientos ni ayes delatores, para finalmente dejar nacer al
monstruo que te habita resumido en un breve silbo inaudible para los
otros pero redentor para tu propio ser. El flato tuyo así se verá
liberado del mismo modo que tú sentirás una liberación excusada de
testigos. Si el mencionado flato llegare a producir desmanes
olfativos a tu alrededor, sin inmutarte has de tomar tus papeles, te
pondrás de pie y disimulando todo rastro de culpabilidad darás un
paso adelante y sonriendo delicadamente al público saludarás con
elegancia y soltura en leve inclinación de cabeza dejando atrás
para siempre ese escenario, ese público y ese flato vencido en su
fallido estertor.
2 - Si quieres triunfar observa a los poetas de boliche. Sin el estudio consecuente ¿Cómo
se podría declamar revoleando los ojos, extendiendo los brazos y
haciendo morisquetas? ¿Cómo impostar la voz de tenorino y regalar
un concierto de ademanes circenses a quienes nos escuchan? ¿Cómo
cautivar a los espectadores sordos de poesía sin la baba
fosforescente del narcisismo coronándonos la boca? Nunca leas ni
parado ni sentado, no leas, recita de memoria y caminando. No dejes de practicar
la sobreactuación. Con el cuerpo y las muecas puedes disimular
aquello que no eres capaz de escribir.
3 – Si te invitan a
conferenciar sobre poesía no te metas en un terreno que desconoces,
recuerda que no sabes nada del tema. Cuenta anécdotas, se simpático,
gesticula. Relata con grandiosidad aquellas insignificantes cosas que te han
sucedido. No hables de poesía sino de ti mismo pero sin que se note.
Acude a cuanta invitación te hagan. Lee tus poemas en cementerios y
plazas, en selvas y desiertos. Ten paciencia. Un día algún
desprevenido pondrá una flor en uno de tus libros. Sí, en esos que
ya estaban marchitos antes de ser publicados.